Estas familias las componen dos adultos que forman una nueva familia en la cual, al menos uno de ellos, trae un hijo fruto de una relación anterior. El padre/madre biológico ausente (fuera del hogar o en la memoria) tiene los derechos legales y emocionales sobre sus hijos, y el compañero/a de la familia reconstituida han de tener un papel complementario, pero no sustituto del padre/madre biológico, además de definido y aceptado por los demás.
Diferencias con la familia nuclear
Existen una serie de diferencias con la familia tradicional (padre-madre e hijos), según Visher y Visher (1993):
- Los adultos y los niños se unen en diferentes momentos evolutivos.
- Tienen modelos diferentes en relación a la familia.
- Los vínculos padres-hijos preceden a la pareja.
- Existe un padre/madre biológico fuera del hogar o en la memoria.
- En muchos casos existen hijos que tienen dos hogares.
- Si intentan ser una familia nuclear clásica, los hijos rechazan que el padrastro/madrastra suplante al padre/madre.
Tipos de familias reconstituidas (Krahenbuhl, 1989)
1. Con madrastra: es la que el padre vive con sus hijos y se une a otra mujer. En este caso la imagen de la madrastra mala que no quiere a los pobres niños puede estar presente como realidad preconcebida, sobrevolar como un fantasma temido al inicio de esta relación, especialmente cuando los niños son huérfanos. Para combatir esa imagen, se puede caer en la necesidad compulsiva de que la madrastra ame desde el primer momento a sus hijastros, provocando un sentimiento de culpa por no poder sentir lo que siente y la incomprensión del marido y del resto de los familiares que le exigen, muchas veces sin decirlo, que sea como la madre de los niños a la vez que están todos convencidos de que nunca podrá serlo, ni lo desean. Si la madre biológica vive, el que no se quede con los niños puede deberse a algún problema, no siendo infrecuentes el maltrato infantil, enfermedad mental o adicción. En este caso la competencia con la madrastra y el conflicto de lealtad en los hijos será la regla.
2. Con padrastro: es la más frecuente, ya sea por divorcio o por viudedad. La adaptación suele ser más fácil porque el hombre, si trabaja, está menos tiempo en el hogar y porque generalmente la madre atraviesa dos tipos de problemas, también típicos de las familias monoparentales; el económico y de disciplina. El padrastro puede aparecer como salvador de la familia, aunque los problemas de lealtad en los hijos y las rivalidades si el padre biológico también vive estarán presentes.
3. Con padrastro y madrastra: cada miembro de la pareja trae sus propios hijos a la familia, y quedan fuera dos padres biológicos. El choque de ideologías y estilos educativos y las diferencias entre hijos propios y ajenos son escollos habituales.
4. Con hijos comunes: en cualquiera de los otros tipos la nueva pareja tiene un hijo. El tener ese hijo puede estar motivado por el deseo de ser una familia nuclear normal o simplemente por querer tener un hijo juntos; si en la relación anterior fracasó, puede estar presente la fantasía de que ese hijo será diferente porque se quieren, lo mismo que será diferente la historia de su relación. Las diferencias entre hijos e hijastros pueden ser bastante dramáticas, aunque como dice Serrano (1986) puede actuar como aglutinante familiar si los hijastros son adolescentes.
La formación de la nueva familia
Comienza con la ruptura del primer matrimonio, ya sea por divorcio, separación o muerte, y requiere en primer lugar la elaboración del duelo de esa pérdida (Espina, 1991) para lo cual hace falta un año o más, y la disolución completa de la relación con el ex-cónyuge, lo cual, puede llevar de 2 a 4 años. Es necesario aceptar la realidad de la ruptura, estabilizar el divorcio, resolver la ira y la culpa, desarrollar nuevos roles y responsabilidades y modificar la relación con el ex-esposo.
La mayoría de las segundas nupcias no son tan románticas como las primeras y están marcadas por razones prácticas, como la crianza de los hijos, la soledad, las necesidades económicas, de afecto y sexuales; si están presididas por el impulso son frecuentes los fracasos, donde muchas nuevas parejas acaban en divorcio. El nuevo matrimonio o unión repercute también en la familia extensa, los abuelos pueden ganar o perder nietos, yernos y nueras, y ello obliga a una reorganización más amplia en la que se reelabora el pasado haciéndolo parte del presente e integrando las nuevas experiencias.
Es importante, en la fase de creación de la nueva familia (Espina, 1994), que la pareja acuerde qué es lo que quieren para ellos y qué para los niños, y planifiquen un acercamiento progresivo. Es preferible que primero se desarrolle una relación positiva con los niños, dejando claro que se hacen cargo de las dificultades que este cambio entraña, y después centrarse en la nueva organización familiar.
En el caso de familias reconstituidas con padrastro, los hijos menores de 11 años prefieren reconstruir la familia nuclear, deseando que el padrastro haga de padre, mientras que para los mayores de 11 años éste puede ser un amigo si se supera la rivalidad. El conflicto de lealtad hacia el padre ausente (aunque haya muerto) puede llevarles a boicotear la nueva pareja y debe abordarse elaborando el duelo; y si el padre vive, intentando una colaboración entre padres biológicos y padrastro para el cuidado de los hijos. Es conveniente que los hijos y el padre ausente conozcan previamente a la nueva pareja para ir llegando acuerdos.
En cuanto a la nueva pareja, es de una importancia crucial fortalecer sus vínculos y no permitir que las ruidosas necesidades de los hijos ahoguen la intimidad de nuevo matrimonio. Por ellos es importante crear en torno a la pareja un límite que proteja su intimidad, y darle tiempo para elaborar su relación.Toda nueva pareja necesita pasar sola cierto tiempo dedicado al afecto. Para que una nueva pareja dé resultado, hay que hacer lo mismo que con cualquier otra actividad: dedicarle horas.
Dificultades y problemas
Los problemas más frecuentes son:
1. Intromisión de cónyuges anteriores: los hijos, la pensión y los suegros suelen ser puntos de unión entre los ex-cónyuges y, muchas veces, favorecen la continuidad de viejas rencillas y manejos. Los antiguos esposos no pueden ser ni amigos, ni pelearse con auténtica libertad, tienen que mantener una distancia cauta.
2. Amenazas de no continuar la relación marital: como uno o los dos ya han pasado por la experiencia de la separación, es una posibilidad más real y amenazadora ante cualquier discrepancia.
3. Discusiones económicas: después de la primera experiencia, con todos los problemas económicos que acarrea, es frecuente que la pareja desee mantener las cuentas separadas por lo que pueda pasar; el tema de los subsidios del ex-cónyuge suele ser tema de conflicto, sobre todo cuando éste no paga lo que debe (que suele ser frecuente), y el nuevo cónyuge no desea hacerse cargo de las necesidades de unos hijos que no son suyos. Si la pensión es pagada, o uno de los cónyuges es viudo y cobra una pensión, puede ser un factor que les lleve a no casarse y a exponerse al rechazo de los familiares.
4. Entradas y salidas de los hijos: si existen dos hogares, los hijos (sobre todo, los adolescentes) pueden chantajear con irse al otro hogar si no se les deja hacer lo que desean. Resulta frecuente, que los hijos se conviertan en los informadores, para ambos padres, de lo que hace el otro.
5. Autoridad diferente para cada hijo: si tienen hijos propios de antes del nuevo matrimonio, cada uno tenderá a aplicar la autoridad a su manera con sus hijos, dándose diferencias que dificultarán la integración de los hermanastros.
6. Boicot de los hijos al la nueva pareja: si desean expulsar al extraño, éste puede ponerse autoritario o agresivo y el progenitor acabará poniéndose del lado de sus hijos abriéndose una brecha en la pareja.
7. Celos del progenitor ausente hacia la relación de sus hijos con el nuevo cónyuge: el padre custodio puede ver la amistad del(los) hijo(s) con el otro padre como una deslealtad hacia él/ella y reaccionar en consecuencia.
8. Pérdida de las barreras o límites sexuales: entre padrastro e hijastros, y entre hermanastros.
9. Diferentes relaciones de los abuelos con diferentes tipos de nietos: es posible que hagan más distinciones que las que ya hacen los padres acentuando la situación de la desigualdad, favoreciendo a sus herederos y ver a los otros como intrusos, sobre todo si rechazan al nuevo cónyuge.
10. El mito de la familia instantánea (Colapinto, 1987): estas familias marchan a distintas velocidades, generalmente, los hijos van más lentos que los padres en la constitución de sus relaciones mutuas y con el nuevo padre/madre. Se debe a que con frecuencia, los padres han ido creando su vínculo sin que los hijos de ambos tuvieran una conciencia clara de la importancia de la nueva relación, y un día se encuentran que tiene un padre/madre nuevo al que deben cierto reconocimiento, amor, respeto, etc. Una de as formar de sincronizar los tiempos es que los hijos sean partícipes de la historia de cómo se llegó a la nueva pareja.
11. Cambios estructurales en las relaciones de las dos familias: los hijos sufren la pérdida de la relación privilegiada que previamente tenían con sus padres biológicos y ahora tienen que compartirlo no sólo con otro adulto, sino también con otros hermanos, en el caso que los haya.
El trabajo con familias reconstituidas en Terapia Familiar
El tipo de realidad familiares, cuanto menos, peculiar y hace que los problemas puedan ser potencialmente más serios y desde luego más complicados.
Los objetivos terapéuticos son:
- Facilitar el paso de la cultura familiar anterior a la nueva etapa de familia reconstituida.
- Ir creando el sentido de pertenencia a una nueva familia
- Asentar la nueva relación de pareja, después de un divorcio, separación, muerte o etapa de soltería.
- Mantener las relaciones anteriores entre progenitor ausente e hijos/as (en los casos que sea posible).
- Desarrollar las nuevas relaciones entre padrastros-hijastros y hermanastros.
- Fomentar relaciones fluidas y cooperativas entre familias biológicas y reconstituidas.
- En el caso de familia reconstituida con padrastro, reafirmar la capacidad de la madre de gobernar a sus hijos, sin ser rescatada por su nuevo marido.
- Ayudar a los hijos a tener y expresar la diferente gama de sentimientos que les provocan los padres biológicos y los padrastros.
Ventajas de las familias reconstituidas
Después de tantos problemas, es bueno señalar los aspectos positivos, pues sino podríamos caer e una visión catastrófica de estas familias que nos lleve a pensar que son altamente problemáticas.
Se puede resaltar como positivo, en las familias reconstituidas la flexibilidad, creatividad y tolerancia hacen de la familia un lugar rico de intercambio y experimentación de nuevas formar de relacionarse, y el ejercicio de roles menos enquistados que los tradicionales. El experimentar que las relaciones no son eternas ni ideales, les da una actitud más tolerante hacia la vida.
martes, 8 de enero de 2008
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